Cener un huevo frito es un placer que solo hago cuando no hay nadie en casa, pues la verdad, para la dieta no es muy recomendable.
El otro día, reté a Avelino a que me hiciera uno para cenar, y la verdad se supo defender.
El delantal no es que le favoreciera demasiado, pero en fin, al menos sabía que el huevo no se batía para echarlo en la sartén.
Conprobó que el aceite estuviera chisporrotenado dentro de la sartén, y con un miedo atroz virtió el huevo en la sartén.
Yo le decía que con una rasera fuera echando aceite por encima del huevo, y si no llego a intervenir se me cuece. Cuando ya le empezaron a salir puntillas a la clara, decidimos sacarlo de la sartén, y el maldito huevo se resistía.
Al final le pude hincar el diente y mojar un pedazo de pan en la yema que casi se queda cuajada, pero al menos hubo intención que era lo que importaba.
La próxima vez le enseñaremos a cortar la verdura a gran velocidad.
2 comentarios:
Pues claro que sí!! La intención es lo que cuenta y seguro que le salió bien rico!! :)
La próxima vez aún mejor :)
Un abrazo!
N.
Como todo en esta vida, es la experiencia la que hace que nos salga mejor o peor, un huevo frito, un filete, una ensalada.
Haber que tal sale mi expereincia cortando verdura, y tienes una nueva entrada de Avelino en la cocina.
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