miércoles, 8 de junio de 2011

La vida en un pueblo.



El domingo pasado, estuvimos comiendo en un pueblo, en casa de unos amigos.
Y comimos muy bien, ternasco a la brasa, y otras viandas. ¡ Vaya hoguerica que montamos en unos minutos con leña de verdad y unos periódicos viejos!.

Pero que diferente es la vida en un pueblo pequeño, a la vida de la gran ciudad.
El aire que se respira es diferente, todo el mundo se conoce, y vienen los amigos a comer en cinco minutos.
La gente te trata como si te conociera de toda la vida, de una manera campechana, y divertida a la vez.
Todos los servicios del pueblo están cerca de casa vivas donde vivas, y no hay estrés para nada, ni atascos, ni prisas, ni humos.

Ahora bien, con todo y eso, yo no aguantaría en un pueblo de menos de 600 habitantes mas de dos días. Lo juro.
El barrio donde vivo es tan tranquilo como un pueblo, pero está dentro de una ciudad de casi 700.000 habitantes y aquí tenemos de todo. Nos apañamos con el tranvía, y los buses, y tenemos hospitales, centros comerciales, muchos barrios por los que pasear, servicios propios de una gran ciudad.
En un pueblo necesitas el coche sí o sí para moverte a los sitios, y eso es un gasto añadido, aunque las casas en los pueblos sean más baratas que en la capital.

De todos modos, aquellas personas que toda la vida han vivido en un pueblo, están tan habituados a ello que no lo cambiarían por nada, igual que yo no cambio el lugar donde vivo. Deben ser cosas de la costumbre, digo yo.

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