La envidia que me tienes es un pecado mortal, como lo debe ser para tí el amor a otra persona.
No debería gastar mi tiempo contigo, pero es que así me desahogo de todo lo que me produces.
Hay miradas que matan y dicen a la vez más que mil palabras en perfecto castellano.
No sé si sabes el daño que haces y lo que cuesta cicatrizar las heridas que me produces, no miras nunca a tu alrededor, porque no sabes que existe en el mundo más gente además de ti.
Hoy yo sé que hice lo que me dictaba la conciencia, y espero que nunca tengas que verte sola como nos hemos visto muchos de los que estamos a tu alrededor. Aunque llevas camino de quedarte más sola que un naufrago.
No eres capaz de entender como es la vida, como se funciona, como se camina, como hay que comportarse.
Esta noche yo, dormiré tranquila, si me deja la ansiedad que me produces, sabiendo que lo que hice estaba bien. A tí quizás te remuerda la conciencia, ser como eres.
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