martes, 20 de julio de 2010

Vivir para contarlo

Para algunos estar vivos hoy es un milagro.
Para aquellos que este fin de semana cogieron su coche para viajar y tuvieron un accidente, del que pueden hablar porque están vivos, es una suerte poder ponerse de pie y hablar.

Mis padres fueron de esas personas que chocaron con unos setos dieron vueltas de campana pero están bien, bueno, vivos que es lo que importa, llenos de moratones y arañazos, pero bien.
Los médicos de Logroño y de Zaragoza que les atendieron han sido personas profesionales y humanas, con un trato inolvidable.

Rodeados, ya en su casa, de gente, de sus hijos, de amigos de toda la vida y del perro que hace guardia y lame las heridas, recuerdan más o menos como fue todo pero creo que el tiempo acabará por hacerles olvidar ese mal trago, y les curará las heridas.

Sólo el coche se queda sin contarlo pues está destrozado, pero eso fue lo que les salvó en cierta medida, lo que importa en estos casos es la vida de uno mismo, el coche sólo es un montón de hierros que además estaba ya mayor aunque con ganas de viajar más todavía.

A los hijos no nos sale llorar, y menos delante de nadie, aunque cuando cerramos los ojos vemos cosas que no nos gustaría ver. Intentamos reirnos con ellos y pasar con ellos todo el tiempo posible ahora que nos necesitan.

Habrá que devolverles todo el cariño que nos han dado que es mucho, infinito.

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