Hoy he ido de compras a El Corte Inglés, y me he perdido, si, nos hemos metido al supermercado y hemos tenido que preguntar por donde se subía las demás plantas.
Sí, muy amablemente nos han indicado por donde se subía, pero se te queda una cara de idiota cuando preguntas como se sale de un atolladero de pasillos llenos de comida...
Llegas a la planta deseada, la de los alimentos de Europa, en busca de un pastel alemán, y encuentras ante tus ojos un surtido y una variedad, un órden, exquisito.
Cerca de esta sección tienes pequeños espacios de marcas exclusivas, tienes una amplia diversidad de regalos, y hasta un grupo de personas aprendiendo ha hacer ganchillo en la sección de telas y bordados. Todo eso sí, dentro de una misma planta pero cada cosa en su espacio, sin mezclarse nos con otros.
Luego, en la planta calle, nos hemos vuelto a despistar para buscar las escaleras de bajada al parking, (hacía por lo menos 15 años que no aparcaba en ese parking).
La planta calle del Corte Ingles, está dividida en pequeñas secciones de marcas de perfumes, de maquillajes, de accesorios de belleza. Un aroma diferente te envuelve a cada paso, dependiendo se hueles a Dolce & Gabanna o a Pierre Cardín, y tú mientras paseas rodeado de gente adinerada te miras los vaqueros rotos y el jersey de lana y te sientes como un bicho raro.
Cuando por fin sales del centro comercial, te ves rodeado por gente pija en busca de un buen vino para cenar y un buen foie. Y piensas que ojalá tu ascenso tuviera una señorita dentro que le diera al botón de la planta a la que vas y que te dice adiós cuando llegas a tu destino.
1 comentario:
Lo que más me ha sorprendido ha sido lo de la chica en el ascensor. No lo había visto en ningún centro comercial. Esos pequeños detalles lo hacen especial.
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