Hoy es un lunes de esos que a nadie le apetece vivir.
Te levantas, y vas en busca de una respuesta a un proceso de selección para la Expo que no sabes si has pasado.
En la oficina central, no te saben responder y te mandan a una segunda haber si allí son capaces de decirte si hay que esperar o hay que tirar la toalla.
En el segundo sitio no te dicen nada, vamos, que hay que esperar, pero ojo no le digas nada a la secretaria que te dirá que ella no tiene la culpa, que está para coger el teléfono y que nadie en ese momento te puede dar información.
Si a eso le sumamos que sigue habiendo en este país gente capaz de hacer todas las horas del reloj en su puesto de trabajo y que nadie se lo sabe agradecer, si sabemos que otro ha conseguido fiesta cuando tú nunca la pudiste conseguir, a mí se me hierve la sangre sólo de pensar que el mundo se divide en dos clases de tontos.
Los que no hacen nada más que tocarse los pies en su sillón, y los que con tal de quedar bien hacen todo lo que se les pida.
Ahora eso sí, una, que está en el paro, cuando le dicen que hace falta personal en esas empresas donde tienen su currículum, sería capaz de matar a cualquiera.
Y además me daría por comer, pero que casualidad, eso hoy también me lo han prohibido.
Pero que vamos a hacer. No me hagan demasiado caso. Hoy tengo un mal día.
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