Hoy he hecho visita domiciliaria a un familiar de la tercera edad.
Es asombroso como cambian con la edad las personas, y como a partir de los 80, son como niños grandes.
Siempre que voy hay que hacerle una pedicura en condiciones, pues la onicogrifosis (es decir el endurecimiento y engrosamiento de las uñas), hace que ya so sea trabajo fácil para ella.
Ella me lo agradece sobremanera porque sino, se queda sin dar largos paseos por el Arrabal.
Tiene ya las pautas marcadas, las horas de sueño, y sus distracciones.
Me dice que hasta que no se toma el café no es persona, el café con galletas de categoría, eso la hace verse como con 20 años menos.
Recuerda como nacieron sus sobrinos como si fuera ayer mismo, y hace de esto 52 años, hoy se ha puesto a recordar, San Nicolás, Juan García, y cosas de su vida que le hacen seguir viva.
Ella no querría envejecer nunca, pero sabe que es inevitable, por eso hace las mismas cosas que cuando se jubiló, porque como ella dice, hace dos años podía haberme marchado, así que mi segunda oportunidad he de vivirla tan bien como la primera.
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