Hoy el pequeñín cumple ya 23 años de nada. Pequeñín porque yo soy su hermana mayor no por tamaño.
Aun recuerdo como si fuera ahora mismo aquel 30 de septiembre a las 6 de la mañana, como mi padre vino a mi cama a decirme que había nacido mi hermanito, si el tio ya quería madrugar para dar algo de guerra.
Cuando era un bebé tenía una risa que contagiaba y sus ojitos azules eran preciosos, bueno ahora también, pero ya no se rie tanto. Debe ser porque analizar la crisis desde su oficio de Analista Económico no es cosa de risa.
Si pudiera hoy le daría un achuchón y pasaría con él una mañana de hermanos de esas que pasamos entre la Casa del libro y la Fnac, y compartiendo un desayuno, pero como el señor está en la playa con los amigos pues claro no puede estar aquí.
Ahora me ha llamado y me ha dicho que estaba desayunando mirando al mar, y que se va a pegar un bañito, no se lo monta mal el pequeño.
Lo quiero mucho, y se que el cariño es mutuo, nuestras infancias están ligadas a muchos recuerdos buenos que todos los juguetes nos proporcionaban. Hoy que ya hemos crecido, tenemos el ipad y el imac para entretenernos y para comunicarnos a 400 kilómetros de distancia.
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