Cuatro años y medio, 54 meses y aproximadamente 1650 días juntos, luchando contra todo y contra todos, menos contra esta crisis acuciante.
No puedo calcular cuantos besos hemos lanzado al aire ni cuantas promesas habremos hecho y dejado sin cumplir.
Cuantas lágrimas nos habremos restregado por la cara o cuantas discusiones hemos tenido.
Mejor no acordarnos de eso.
Mejor pensar en el hoy y en el mañana, en esa casa que nos está esperando en algún lugar, en ese trabajo que nunca llega, y en algún día me vestiré de blanco.
Prefiero recordar aquellas partidas de dardos que me dieron en el corazón, aquellas tardes esperando, aquella plaza céntrica llena de palomicas y de señores mayores, donde fuimos a querernos la primera vez.
Anoche, no pude contarte al oido que te quería, pero te quiero, no lloré pero tampoco me hizo falta. Volvimos a nuestra taberna, a nuestra mesa del rincón, donde todo comenzó, a pedirme la misma tónica aunque sin cacahuetes y a cogernos de la mano como entonces. Volvieron tus besos a saberme a miel y nos quitamos el frío abrazados bajo la misma luna.
Cuatro años y medio después de que todo comenzara me quedó claro que nos queremos.
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