Ese dolor no se cura, ni se palia con nada, este dolor, en realidad no duele, porque el alma no se ve, no existe, o sí, no se.
Es un dolor extraño, y hace que cada nota de una canción, o una nube negra, o un abrazo, una palabra del ser amado, te haga llorar y a nada le puedas ver una salida.
De vez en cuando recuerdas en una charla entre amigos aquellas partes de tu vida que nunca hubieras querido vivir y cuando te vienen a la mente esas palabras amargas, esos desprecios, o esas "patadas" en el alma es cuando te da el dolor y piensas que querrías volver a ser la niña que eras antes, o la mujer adulta que de verdad querrías llegar a ser.
A veces también recuerdas aquellos años en los que lo tenías todo, cuando los problemas eran poder salir un sábado y no pasarte con el cubata.
Ahora mis problemas son de adulto, y yo tal vez aun no lo sea, y no me guste vivir esta vida que vivo.
Me duele el alma, pero eso como diría la canción no lo quita la aspirina, ni el lexatín, ni las tilas del lidl.
La cura es un piso de 50 metros, una noche de lujuria, una buena cena en un japonés, un magnun de los caros o una escapada de fin de semana. La solución más barata: Un puñado de abrazos, para sentir que aun queda amor por el mundo.
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