Zaragoza huele a fiesta, a fiesta mayor. A pregón y a pregonero centenario, a pólvora, a música, a vino y a flores.
Bueno, a flores aun no, pero todo llega.
Son días para correr los cabezudos que nunca pegaron, para ir con las peñas, ir a las vacas, ver las tracas o para, simplemente, llenarnos del ambiente festivo de la ciudad.
Nueve días de fiesta para desconectar de todo y en los que la ciudad se transforma en un bullicio sin fin.
Este Pilar 2008 viene precedido de una Expo que nos ha dejado sin presupuesto pero con ganas de marcha si el tiempo no lo impide.
Y veremos los fuegos desde el ático y afinaremos la voz para cantar con nuestra mejor voz una jota llena de sentimiento.
Cumpliremos promesas a aquellos que nos dejaron, buscaremos unos churros a precio de solomillo y un trago de algo para no perder la voz.
Estamos de fiestas, y como es ya normal, las compartimos con todos los hispanos.
A disfrutarlas mandan, pero siempre con moderación que las cosas así se viven el doble.
Bueno, a flores aun no, pero todo llega.
Son días para correr los cabezudos que nunca pegaron, para ir con las peñas, ir a las vacas, ver las tracas o para, simplemente, llenarnos del ambiente festivo de la ciudad.
Nueve días de fiesta para desconectar de todo y en los que la ciudad se transforma en un bullicio sin fin.
Este Pilar 2008 viene precedido de una Expo que nos ha dejado sin presupuesto pero con ganas de marcha si el tiempo no lo impide.
Y veremos los fuegos desde el ático y afinaremos la voz para cantar con nuestra mejor voz una jota llena de sentimiento.
Cumpliremos promesas a aquellos que nos dejaron, buscaremos unos churros a precio de solomillo y un trago de algo para no perder la voz.
Estamos de fiestas, y como es ya normal, las compartimos con todos los hispanos.
A disfrutarlas mandan, pero siempre con moderación que las cosas así se viven el doble.
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