Dicen que cuanto más se necesita a los de alrededor, menos te ayudan. Y es cierto.
Poco a poco dejan de brindarte el apoyo que necesitas, por falta de tiempo, de ganas o simplemente porque no nos damos cuenta de lo necesario que es a veces un abrazo o una palabra. Alguien que sepa enjuagarnos las lágrimas.
Poca gente sabe ayudar a los de casa, (es más bonito hacerlo con los desconocidos), y hay demasiada que se niega a escuchar penas y lamentos con lo que a menudo la mente lo necesita.
Cuando a tu alrededor nadie te escucha y desea verte marchar por la puerta para no volver, cuando nadie te dice adiós al partir y cuando una lágrima o una enfermedad se convierten en una lacra para los demás y te culpan de ello, puedes darlo todo por perdido, y entonces ya puedes luchar, pelear, hacer lo que no está escrito, que nada dará resultado.
No merece la pena contarle a nadie que en tres semanas quizás trabajes, porque al ser algo temporal es una mala opción, olvidando tal vez sea interesante pensar que la empresa cuenta otro año contigo.
A veces nos pensamos que las cosas se hacen a gusto y quizás no siempre sea así.
Estos casos me demuestran que la gente es egoísta y que sólo se acuerda de nosotros cuando nos necesita para algo y punto. Es triste, pero es así.
Ahora, que siempre quedan las represalias que nunca se sabe como pueden acabar.
¡ Que duro es sentirse solo, más aun cuando se tiene gente alrededor!
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