Acabo de ver la boda de Yo soy Bea, acabo de secarme tres lágrimas pensando que quizás Ave, nunca ocupe el lugar del novio desesperado, o que mi padre nunca pueda llevarme al altar.
Para casarme no me vale con el novio, aunque eso sea fundamental, también necesito un hogar al que huir en busca de una nueva vida, y un sueldo que me permita vivir el día a día.
Sé que esta iglesia escolapia no podrá ser todavía el escenario de un "si quiero" entre Ave y yo, que el ternasco del menú aún está siendo amamantado, que el pianista que haga sonar el Ave Maria está aun en el conservatorio y que las flores de mi ramo de novia aún no han sido plantadas.
No habrá luna de miel ni a París ni a Canarias, ni traje de color marfil que pueda embutir mis lorzas y que pueda arrastrar por estas calles.
No habrá pedida de mano, ni noche de bodas en una suite nupcial.
De momento me valdrá con que cada dos por tres tenga unas flores mustias en el jarrón, con que el vestido blanco del armario te haga pensar cosas que no son, y con que cada noche a tu lado sea una noche de bodas.
Me tiene que valer con que cada "te quiero" sea tan sincero como el primero, con que esos ojos me miren de vez en cuando y en un atisbo de sinceridad derramen una lágrima de amor. Me tiene que valer con que estés a mi lado Ave.
Lo demás es sólo un sueño.
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