Ayer volví a la expo, a verla por dentro.
Tiene cosas que merecen la pena, cosas que habría que mejorar.
La torre del agua es espectacular por fuera, pero por dentro lo único que hay que visitar detenidamente es la planta calle en la que podemos ver la cantidad de agua de algunos alimentos y la cantidad de agua que perdemos en algunas acciones cotidianas.
También merece la pena el pabellón de Marruecos con los intensos aromas de sus especias, y con trajes típicos del país. Sonidos de fuentes y decoración árabe.
Pude ver el pabellón de Iberoamérica que engloba todos los países dentro de un edificio, las selvas de Brasil y la Patagonia argentina.
El pabellón italiano fue esa tarde escenario para un programa de tv italiano y estuvimos Ave y yo viendo la retransmisión.
Por lo demás puedo contar que hay muchos pabellones aun pendientes de la llegada de materiales, pues la huelga de transportes ha paralizado las cosas.
A partir de las 8 las filas se hacen aún más eternas porque llega la gente con pase nocturno, pero si te lo sabes montar la cosa se hace llevadera con un par de tragos de agua por el camino o una ducha en los surtidores de agua.
Samba do Brasil, bailarines de Yemen o de Nepal llenaban ayer las calles de color y sonido a cada paso que das en Expo.
La llegada al recinto y la vuelta a casa en Expobus, que van de dos en dos y dejan cerca de casa.
Veremos cuando vengan los de fuera, si van también de dos en dos o tendremos que volver a casa a pie desde Ranillas.
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