Primero, me dolía la cabeza, luego empecé a ver a la misma persona dos veces, cuando sólo había pasado una vez.
Aunque había tres grados en la calle, yo tenía mucho calor, demasiado calor.
Me fallaban las piernas, se me cerraban los ojos y aun así veía doble las cosas.
Empecé después a pensar que me caía, que me iba de lado a lado de la acera, y me agarré a una farola.
Me molestaba el sol. En pleno enero.
Crucé las calles en busca de un banco, pero no encontré donde sentarme, me comí un croissant para parar el mareo y sólo lo hice más fuerte.
Llegué casi al final de mi camino, me senté a esperar el autobús, rodeada de gente. Una vez dentro del autobús me senté, cerré los ojos y me desperté al notar un socavón de la carretera.
Una vez en casa, quise llorar y ya no me salían las lágrimas.
Parece el principio de una novela, parece una historia, y es real, real como que hoy es jueves y lo que yo les cuento es una crisis de ansiedad que vino a mí sin que yo la llamara.
2 comentarios:
Ay, Dios mío. Me dejas preocupada... Espero que estés mucho mejor.
Un beso fuerte, Noemí
Sólo puedo parafrasearte algo :"No hay que tomarse la vida en serio, ya que al fin y al cabo, no saldremos vivos de ella...", sé que es muy fácil de decir, pero intenta llevar el día a día con una sonrisa y "suavizar" todo lo negativo, besos
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