Siento vergüenza de mí cuando me miro al espejo de mi cuarto y me veo incapaz de salir a la calle.
No estoy segura de que las cosas que haga hoy, o las que haga mañana estén bien hechas, porque siempre hay quien está dispuesto a sacarme defectos o a volverme a explicar como se hacen cosas tan simples como sumar 2+2.
No quiero tampoco ir más lejos de aquellos sitios que conozco, si sobretodo tengo que ir sola. Por si me pierdo y no sé volver a mis orígenes, aunque nadie me extrañará.
Intento ser adulta y cada vez que doy un paso alguien me zancadea para caerme y dar dos pasos atrás, una voz me dice que me equivoco que no sé nada de la vida. Una voz que sabe menos que yo.
No sé si las cosas que hago están bien, porque nadie me sabe decir más que las cosas malas.
Me siento una carga, una pesada carga para todos aquellos que me rodean y que conviven o convivirán conmigo algún día. Lo pienso porque tú me lo dices. Que soy una carga, un estorbo.
No sé para que estoy aquí, de más siempre en todos los casos, cada vez que abro la boca, cada vez que salgo a la calle y tomo yo mis propias decisiones, siempre con miedo a equivocarme porque siempre haga lo que haga, para los demás está mal y por eso me avergüenzo, y me siento desconfiada ante mí misma.
Con esto demuestro que de nada me sirve hablarte en tres idiomas, haber estudiado 22 años, haber peleado por puestos de trabajo en grandes empresas...
De nada me sirve porque entre todo y entre todos me habéis hecho pensar que no soy capaz de nada.
1 comentario:
Vales mucho y brillarás con luz propia, no te preocupes mas que de estar animada y sonreir.
Sonríele a la vida y ella te sonreirá.
Sé que es difícil pero también sé que puedes hacerlo.
Un beso, N.
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