viernes, 10 de abril de 2009

Jueves Santo. Prendimiento.

Seis filas de gente me tapan la vista cuando pasas nada más iniciarse la procesión del Prendimiento. De nada me sirve estar esperando cuarenta minutos tu salida.

No pude verte hasta casi la mitad del recorrido, tampoco escucharte, pues avenida abajo, al encuentro de unos amigos, casi me olvido de que bajo un capirote estás tú.

Te alcanzo en la Puerta del Carmen, y mis ojos se llenan de emoción al ver como me guiñas el ojo, como me dices que ok con el pulgar. Ya te has acostumbrado a verme llorar, sabes que no lo puedo evitar.

El frio se mete en los huesos, pero la emoción puede con todo.
Te sigo por todo el centro, veo el descendimiento de la cruz, el silencio, y la llegada.

Tú, de poco te desmayas de calor y sin poder beber del agua que me habías pedido, y casi dejas en la calle la medalla del Cristo prendido.

A medianoche se llega al lugar de cierre, y la avenida se llena de curiosos, y el silencio se rompe cuando todos los instrumentos rompen al unísono a tocar.

El público rompe en aplausos cuando los tres pasos del Prendimiento han entrado en la iglesia y cualquier aplauso es breve si se trata de decir lo bien que ha sonado todo.

El capirote deja ver ya un rostro agotado, empapado de emoción y a un hombre abrazado a mí, buscando el agua fresca, buscando un hombro donde apoyarse.

Te abrazo, me seco las lágrimas de emoción, y entre tanta gente nos perdemos.
Cenamos, aparcamos el timbal, y emprendemos camino a casa.
Aún quedan varias horas de madrugada para ver procesiones pero el cansancio nos supera.

El hábito se guardará ya hasta el año que viene, y la lluvia hará acto de presencia en los últimos compases de esta Semana Santa que un año más me ha llenado de emoción y sentimiento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un post muy bonito, cargado de emoción y sentimiento... como todos los que escribes.

Siento que no pudieras disfrutar de todo el recorrido por nuestra tardanza... no veas cómo siento que no fuera el sonido de tu timbal favorito (de su timbal...) quien marcara tu ritmo.

Espero que podáis disfrutar hoy de las procesiones como espectadores a pesar de la lluvia que ha hecho acto de aparición -¡cómo no!- una vez más en Semana Santa.

Un abrazo fuerte y lo siento de veras...

N.