El coche nos obligó a viajar.

Ya llevamos un mes de verano, de días de calor asfixiante... de sol y playa para muchos y para otros de quedarse en casa con resiganción.

Nosotros somos de los que estamos en casa sin ir ni a la piscina para darme un chapuzón me remojo en la bañera y me olvido de niños nadando sin control y de abuelas enseñando sus carnes flácidas tumbadas al sol en top-less.

Sin embargo hemos tenido una causa de fuerza mayor para salir de la ciudad. Gastarnos la batería del coche. Sí, Yo me dejé una puerta abierta a idea, haber si así para recargarla cogíamos carretera y manta y nos íbamos a Cancún en coche, quien dice Cancún, dice Utebo jeje. Y conseguí mi objetivo, porque algo había que inventar para salir de casa.

Y claro cuando el coche decidió no arrancar, llamamos al seguro, nos mandaron una grúa, le metieron al coche unas pinzas, le salieron unas chispas y ale a funcionar, claro está llevándolo por carretera al pueblo.

Y nos fuimos a Cariñena ya casi de noche, así que no trajimos ni vino ni moscatelicos, pero al menos vimos las cepas verdes y alguna que otra bodega.

Fue mejor la excursión del día siguiente, también para hacerle kilómetros al tragón de mi coche. nos fuimos al pueblo de mi madre, y allí estuvimos pues casi como en casa. Fuimos primero al cementerio a visitar a los familiares que ya nos dejaron y luego nos dimos una vuelta por el pueblo ya de los vivos.

Recorrimos casi todo el pueblo y eso que Alagón ha crecido lo suyo, pero en fin nos vimos el centro, las escuelas viejas, las iglesias, la plaza de la Alhóndiga, la plaza de toros... y por supuesto encontramos una panadería y nos trajimos unas tortas.

No es lo mismo una mañana en el pueblo, que una semana en la playa, pero al menos te sirve para distraer la mente y olvidar por unas horas el ruido de la ciudad y la rutina diaría de la vida.