lunes, 17 de marzo de 2008

Domingo de Ramos

Virgen de los Dolores (Prendimiento)

Domingo de Ramos, y esta vez era verdad que te vería procesionar por las calles.

Siete de la tarde, colegio Pompiliano, procesión de los dolores de la Virgen. Siete dolores, como siete son los nudos de tu cíngulo blanco.

La procesión sale con retraso, la gente se impacienta, ante la tardanza de oir el ruido de los instrumentos del Prendimiento.

Cuando pasa ante mis ojos son ya las ocho menos cuarto , la Sección infantil, el Piquete, las "lloronas" las hachas, las representaciones... y no la veo entera pues ante mí apareces tú y trago saliva para no llorar en exceso.

La Virgen llega al Calasancio. Segundo dolor, un Padre Nuestro y un gloria, mientras camino hacia Sagasta en busca de la familia que te espera.

Son las ocho y media, cuarto dolor, te detienes y me acerco, me levantas la maza en plan "saludo" no quieres caramelos ni cuentakilómetros que valga, quieres acabar cuanto antes, y aunque sabes que no estaré en el cierre, será ese el momento de descansar.

Se me escapa un beso y unas lágrimas de la emoción irrefrenable que no quiero que veas.
He vuelto a verte, a escucharte. Es Semana Santa para los dos.

Tras una procesión otra, la Entrada, el Pendimiento, el Nazareno, y de pasada la "sevillana" Virgen de la hermandad del Sanedrín llevada por costaleros.


Esta noche, La Dolorosa, o el Calvario, o las Siete Palabras, pero esta vez a tu lado.
Como en los viejos tiempos nos perderemos por las calles de la ciudad para oler a incienso y sentir el estruendo de un bombo al romper, o el sonido de una corneta con su sonido triste.
Para sentir La Pasión, con mayúsculas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Son las 18:30, llegamos al colegio vamos ataviados con el hábito de color azul oscuro, el cíngulo, la capa blanca al hombro, el capirote en la mano, y en los bolsillos no nos faltan unos caramelos, chuches o chicles, para paliar la sed. Vamos formando, antes pasamos por el w.c., es obligatorio, y después nos ponemos la capa, el capirote, pero todavía estamos con la cara descubierta. Vamos a bajar hasta el Calasancio de Conde Aranda, escoltando a nuestra Virgen en su dolor. Los nervios nos acompañan, miras al cielo, ves que no se nubla, y cuando oyes el primer golpe de bombo, te bajas el capirote, respiras hondo, y vas saliendo en el orden establecido.
No vamos a ir solos, pues un monton de personas, nos acompañan, a nosotros y a nuestra Virgen en su Dolor. Y cuando llegamos al colegio, todo el dolor que puedes tener, desaparece al juntarte con un ser querido. La Semana Santa, no solo la hacemos los cófrades, también la hacen las personas que nos ven, nos acompañan y esperan a que salgamos, y a que lleguemos.