lunes, 3 de marzo de 2008

El de gaficas pa mí

Hace 34 años vuestras vidas cambiaron, sin casi esperarlo, porque estas cosas del amor se intuyen.
Erais unos jovenzanos de esos acostumbrados a ir al cine a ver las películas en blanco y negro de la época, con su censura, su no-do, eran años de dictadura todavía aunque ésta ya llegaba a su fin.

Hoy hace 34 años que vuestras correspondientes cuadrillas de amigos se juntaron en un cine, que ya no se si existe, y pasó lo que pasa ahora en los grupos de adolescentes de ahora: Oye, tú que ese tio me gusta, que si mira que mono es, que si huele divino, que si me guat su camisa de cuadros, y yo que me se cuantas cosas. Porque una ya está cogida.

Mi madre fue más directa y antes de que se lo quitarán ya dejó claro a sus amigas que el tio de gaficas era pa ella, y pa ella fue. Claro está, porque el de gaficas también quiso.

Lucharon contra viento y marea, se escribían se veían a escondidas, pelearon hasta dejarse las uñas por el amor que se tenían y se tienen.

Y así han pasado los años, desde la cocina de carbón a la vitrocerámica, desde La Purísima al Tomás Alvira, desde Cambrils a Praga pasando por París, desde la soledad y libertad a cargar con dos enanos que ahora ya tienen años de levantar el vuelo aunque se apotronen en casa.

Son la muestra del amor, tienen los trucos en la manga, y saben más de la vida y del aguante que de otras cosas.

En los tiempos que corren con esos géneros criminales no está de más mirarse en parejas como mis padres que se quieren como entonces, o mas.

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