miércoles, 9 de febrero de 2011

Me he teñido el pelo. ¡ Qué cuadro!


Hoy me ha dado por hacerme un cambio de look. Si otro más. Como ya llevo el pelo corto, pues he dicho... ¿y si me tiño de rojo? Y allá que he ido al Carrefour a por un bote de tinte caoba para mi pelo castaño oscuro.

Avelino se ha empezado a arrepentir de dejarme comprar el tinte nada más ver el color amarillo huevo del mejunge a untar en mi pelo, y no digamos nada del olor que eso sí que tira para atrás.

He leido las instrucciones, me he puesto guantes, ropa vieja, y me he dispuesto a aplicarme el colorín. Por las raíces, por delante, por detrás, por los laterales... en fin, salían chufletazos por todas partes y yo oía como el bote lanzaba pedorretas cuando se acababa.

Todo va bien, me decía a mí misma como para animarme, ahora me cubro la cabeza con un gorro de baño y a esperar 30 minutos de nada.

Media hora que he usado para limpiar todas las marcas rojizas que he dejado en las baldosas de mi baño, en el lavabo, en la frente, en el viejo camisón, en el espejo, en las manos... vamos que el tinte ha estado bien repartido, como el gordo de Navidad.

Cuando he terminado, ya con el pelo seco y todo recogido, Avelino va y me dice que no se nota mucho el color... jopetas y para eso me he pasado una hora en el baño.
La verdad es que reconozco que nadie como una madre o una peluquera e pueden hacer estas cosas, pero hay que experimentar.

Por cierto el cuarto de baño ha quedado bien, por si hay alguien que quería venir a limpiarlo.

1 comentario:

Medranica dijo...

Ya te he dicho que era complicado. Me he asustado cuando he visto la foto, pero ya he deducido que no eras tu.Seguro que de día y en la calle se nota mas.