jueves, 7 de abril de 2011

Aquella tarde

Hace siete años conocí a un chico que venía de tensar el parche de su timbal para salir en procesión al día siguiente. Yo en aquel momento empecé a notar unas "hormigas"por el estómago, y un acelerón en el corazón, que no eran normales.

Me quiso llevar al cielo, y hoy vivo con el cerca del cielo, en un rinconcito, lejos del centro que nos llena de vida.

Le prometí que iría a verlo procesionar y hoy ya no se vivir sin ir a un ensayo, sin mirar el tiempo de los días santos, en los que este año la lluvia hará acto de presencia.

Hoy Avelino es un pedazo de mi vida tan grande que no se estar sin él ni un minuto, es un tesoro que guardo como oro en paño, un sueño hecho realidad, una palabra a tiempo, una mirada que desconcierta, un compañero, un amante, es todo.

No quiero llorar pensando en lo mal que lo hemos pasado, prefiero recordar los momentos tan buenos que me ha dado, y pensar en los que nos quedan por vivir, por sentir, por hacer realidad, porque nuestro amor tiene que seguir creciendo día a día, paso a paso, aunque algunos se empeñen en deshacer de golpe algo tan grande.

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