martes, 18 de diciembre de 2007

26

Hoy hace 26 años que llegué a este mundo, aunque oficialmente no viera la luz de la calle hasta el 14 de enero del año 82.
Dice mi madre que que el parto fue rápido, pero se tiró 17 horas ingresada.
Eso es una madre.

Aquella mañana era fría, fría como la de hoy que está a punto de nevar en esta ciudad que no nieva casi nunca.

Los años han pasado entre tres barrios populosos de Zaragoza, con los veranos entre Cambrils y Soria, y he visto cambiar muchas cosas de este nuestro país.

Pero en días como este hay dos cosas que me hacen especial ilusión como si fuera una niña, bueno, tres:
Que los amigos buenos de entonces de acuerden de mí, que algunos que están lejos contacten conmigo, y que mi novio pueda seguir regalándome un beso en la frente.

Poder comunicarme una vez al año con los que un día fueron importantes para mí, me devuelve a la más tierna infancia o a la juventud, según se mire.

Porque en el fondo, a pesar de la edad, sigo llevando dentro de mí, a la niña que un día fui.

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