Yo soy un punto de información. Sí señores.
Lo soy porque cada cliente que entra al Carrefour me pregunta por cualquier cosa, y cualquier cosa, es eso, cualquier cosa.
Desde donde está el turrón, a donde hay un Corte Inglés en Zaragoza, a qué autobús hay que coger para ir al centro.
Y anda, explica tú eso desde dentro de una tienda en la que estás vendiendo polvorones.
Admito que soy la primera persona que ven nada más acceder a la tienda, pero tampoco es para eso.
Me piden consejo sobre el champán o sobre los juguetes para sus hijos, y desde luego me piden consejo sobre las clases de polvorones que tengo en mi puesto, y es que yo estoy echa ya una experta en polvorones y mantecados.
Soy diplomada en "polvoronlogía"· por el Carrefour una carrera dura y costosa que te acerca al cliente y te lleva a realizar funciones de guardia urbano y de asesor navideño para todos.
Ser un punto de información está muy bien, porque realizas una gran labor entre la gente, pero conlleva el riesgo de equivocarse o de hacerse un lio en la cabeza. Pero al menos me doy cuenta de que valgo para algo más que pesar unos roscos de vino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario