sábado, 2 de febrero de 2008

Otra vez a comer gratis

Sí, sí, el jueves nos daban comida gratis. ¿Y qué implica eso? pues todos los abuelos, los parados o las madres aburridas, puestos en fila india a la espera de un bocadillo de longaniza y un vasico de tintorro. Para eso era Jueves Lardero.

Pues lo dicho, que tocó hacer fila y no una fila pequeña, no señor, una fila que daba la vuelta a una plaza cercana al auditorio. Una fila de una hora.

Algunos se colaban y empujaban como si se repartira la racion de ayuno. Y las fuerzas del orden, mientras, nos pedían un poco de "apretamiento" para dejar paso a aquellos que sólo andaban por la zona.

Cuando estás a punto de llegar a la zona de reparto, te imaginas que se te acaban las existencias en tus narices y se te pone cara de mala leche, pero alzas la vista por encima de los que tienes delante y observas que aún quedan bocadillos de sobras para todo el barrio.

Y cuando por fin tienes en la mano el cuscurro de pan tierno con una longaniza y un vaso de vino no sabes por donde empezar, bueno sí, por el vino para entrar en calor.

Estaba bueno el manjar, tan bueno que estuve a punto de volver a ver si me daban otro.

Eso sí, para hacernos una idea de la media de edad de la gente que hacía fila, os aseguro que cuando llegamos al reparto alguien gritó: ¡Hombre, gente joven, un aplauso! y toda la plaza Miguel Merino hizo un aplauso general.

Había merecido la pena la espera.

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