viernes, 14 de enero de 2011

El valor de una geriatra


Ayer fui a ver a mi abuela a la residencia. Con el fin de pasar la mañana y de verla, pues desde que se cayó está muy floja.

Pero el plan no salió dentro de lo previsto. Divertirme me divertí, pero me gané un dolor de riñones. Nos tocó hacer cambio de habitación.

¡Madre si había cosas en ese cuarto!
Ropa como para poner un tenderete en el rastro los domingos.
Revistas del corazón de hace siete años, cuando el Príncipe no se había casado, y no existía la Operacion malaya ni nada de eso.
Papeles hasta decir basta, propagandas, los menús de las comidas de la residencia de todas las semanas que lleva allí que son unas 300, instrucciones de aparatos que ya no se fabrican...
Zapatos de hace 20 años y no exagero, y fotos muchas fotos.
Eso por poner un ejemplo, pues la lista es eternamente larga.

Bueno en fin, cosas de abuelos.

Las auxiliares lo cambiaron todo, lo iban bajando en el ascensor en dos sillas de ruedas y lo dejaron más o menos colocado y limpio, vaciamos entre tres personas la habitación vieja y llenamos la nueva que la dejamos inmaculada.

El personal la verdad es que echó el resto, y se portaron con mi abuela muy bien, porque ella con sus 90 años quiere todo perfecto, habitación con sol, y vistas a la calle, buenas comidas y que no la manden ni la gobiernen porque ella, aunque está débil, sigue teniendo su carácter.

Reconozco desde estas líneas que el trabajo de una auxiliar geriátrica es duro, muy duro y cansado. Agota física y psicológicamente, lo digo con conocimiento de causa pues yo me he dedicado a ese oficio y lo dejé por imposible, porque me destrozaba el cuerpo.

Levantar uno solo a una persona que no se mueve, y que pesa 90 kilos y hace fuerza, es un ejercicio muy complejo. Supongamos que un reponedor lleva 90 litros de aceite a pulso cogidos de una mano eso durante seis horas.

Gracias a todas las personas que se dedican a cuidar de nuestros mayores de la mejor manera posible, con cariño, paciencia y dedicación. Todos llegaremos a viejos alguna vez y veremos a ver como nos cuidan.

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