domingo, 20 de junio de 2010

Regalices para pasar la tarde.



Hoy, hablaba Avelino, con un amigo, de sus tiempos de juventud, no tan lejanos.
En los que se juntaban una cuadrilla de amigos en la piscina del barrio, y se pasaban las tardes de verano jugando unas partidas de guiñote, o algún partido de baloncesto.
Y te puedes preguntar que tienen que ver los regalices de colores con todo esto:
Pues bien, aquí los señores, se compraban regalices a modo de provisión, pero no uno ni dos, ni veinte ni cincuenta.
Hasta un total de 157 regalices de los gordos han llegado a comprar para un grupo de 10-12 personas en una misma tarde.

Tu imagínatelos en el quiosco pidiendo dos o tres regalices de cada sabor: Melocotón, sandía, manzana, mora, cocacola, frambuesa, chiclé, con picapica... no sé, hay gran variedad de sabores como muestran las imágenes.

Bueno pues imagina al amigo de turno pidiendo regalices para todos, que por supuesto se llevaban en un tarro que la tienda les cedía amablemente.
Dicen que para pagar hacían bote entre todos, aunque con semejante compra, dos veces por semana como mínimo, alguna vez les podían haber regalado algo.

No me quiero imaginar la de caries que habrán quitado los dentistas de todos estos, y la de azúcar que deben tener en la sangre si su dieta de juventud se basaba en los regalices.

¡Juventud divino tesoro!

1 comentario:

Anónimo dijo...

jeje, doy fe de que esa conversación, basada en hechos reales, ha tenido lugar esta misma tarde-noche ;)

Yo creo que ahora el kiosko les estará echando de menos ;)

Un besazo,

N.