jueves, 12 de agosto de 2010

Un segundo puede cambiar tu vida


Ya casi ha pasado un mes del accidente que tuvieron los padres de Pili, del que afortunadamente ambos lo pueden contar, y la verdad hasta que no lo vives en primera persona, nunca puedes llegar a imaginar lo duro que puede ser tener un accidente de tráfico.

El teléfono es el primero en darte la noticia, y a partir de allí empiezas a organizarte para ir lo antes posible al hospital. Las lágrimas y los gritos empiezan a aparecer, seguidos de abrazos, besos, palabras de consuelo, siempre hay alguien que se mantiene con entereza, y con la calma necesaria para llamar al 112, al hospital, para buscar por internet la dirección del hospital, y buscar la ruta hasta el mismo.

Llamas a los familiares más cercanos, o amigos para decir, oye que los papas, o los tíos, o primos, o hermanos, o sobrinos, han tenido un accidente, que se encuentran bien y los están llevando al hospital. Inmediatamente todo pasa a un segundo plano, lo importante en ese momento es saber como están los accidentados.

Cualquier nueva llamada, o novedad enseguida la transmites, y mientras esperas a que llegue ese familiar o amigo que te va a llevar al hospital, recuerdas que tienes que llamar aquí o allí, bien para anular una reserva, o para preguntarle al que te va a acompañar, si ya ha salido de casa, o está en camino.

Pero hay alguien, que es es el gran amigo del hombre, que aunque no habla está allí y se está enterando de lo sucedido, pero tu lo acaricias igual, intentas jugar con el, te aseguras antes de salir de que tiene agua y comida. Intentas hacerle ver que no ha pasado nada, y como se porte mal en tu ausencia le castigarás.

Son momentos de incertidumbre, nervios, tensión que no te dejan hasta que llegas al hospital, y allí los ves con vendajes, moratones, goteros, tranquilizándote porque los ves vivos, y le das gracias a Dios porque ahora ya los has visto y estas junto a ellos.

2 comentarios:

Medranica dijo...

estamos vivos y para dar mucho, pero que mucho mal, y para querer a los que nos quieren.

Anónimo dijo...

Me has vuelto a emocionar, Jes, esto no se hace :P

(y no es broma, que tengo los ojos acuosos...). Mi tío murió hace años en un accidente de tráfico y siempre tengo miedo a que la carretera se lleve a mis seres queridos...

Un abrazo para los padres de Pili ;) y para ti y uno bien grande para mi semichurri,

N.