miércoles, 26 de mayo de 2010

Obras a la hora del desayuno

Ayer, a la hora del desayuno sonó el timbre de casa. Nosotros no esperábamos visitas y menos antes de las nueve de la mañana, pero miramos por la mirilla haber quien osaba a venir sin licencia.

Eran los albañiles, que venían a arreglarnos el rodapiés del salón.
Nosotros, como no los esperábamos, estábamos en pleno avituallamiento, con unos croisants untadicos con mantequilla de Soria, un vaso de zumo, unos "chococrispis" y unas magdalenas.
Pero ante la visita sorpresa de los obreros, recogimos en un santiamén, y desayunamos en la cocina, mientras nos arreglaban el salón.

Nosotros que estábamos tan relajados en pijama y aun con los ojos medio cerrados y después de un año nos vienen a arreglar el suelo. ¡Como les vas a decir que vuelvan en otro momento! Es que si se lo planteas igual ya no vuelven.

Mientras estábamos recogiendo la cocina, apareció la vecina de rellano con una morcilla en la mano (que nos había traido del pueblo), y nosotros le dimos un pedazo de mantequilla dulce para que la probara.

En medio de ese vaivén de alimentos los obreros pusieron a cargar una radial en el descansillo, y con todo lleno de polvo y de ruidos contemplábamos nuestro nuevo rodapiés mejor colocado, pero hueco por detrás, por un defecto de obra.
Cuando nos acabaron la obra en 20 minutos nos cambiamos y nos fuimos a hacer unos recados.

Sólo nos falta ya que vengan a siliconarnos los sanitarios del baño, porque a este paso el lavabo me aparece cualquier dia en el pasillo de lo que se mueve.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Poco a poco va saliendo todo.

Yo todos los días cuando tomo un poquito de la mantequilla dulce me acuerdo de ti :) Muchísimas gracias

Un besazo,

N.

Medranica dijo...

mujer de poca fe, ves como todo llega. Ahora vaya desayuno que te metes ya quisiera yo la mitad.