viernes, 29 de octubre de 2010

El bastón de mando. "A la puta calle".


A veces un dedo acusador te señala, y la señal que te deja es como una herida que no se cerrará en muchos años.

A veces un bastón de mando te manda a la calle con un "ya no vuelvas más por aquí" y le da lo mismo que le hayas prestado varias décadas de trabajo perfecto y leal a que seas el último en llegar.

El señor que mueve el dedo para señalar al elegido es el principal culpable de que las cosas no marchen como deberían ir, pero prefiere cargarse a todos sus siervos antes de abandonar él el barco.

Si eres buena persona, y sacrificas parte de tu vida para dedicarla a tu trabajo, si sacas adelante un ejército de trabajadores diezmado, nadie te lo va a valorar cuando haya que hacer ajuste de plantilla.

En ese caso, mirarán tu nómina y estoy casi segura de que si tiene cuatro cifras y da para vivir holgadamente serás despedido para que el bastón de mando pueda regocijarse en su sillón viendo como sus ingresos aumentan despidiendo a gente leal.

Así se hundan un día los barcos que ya no llevan timón, ni marineros que los guíen, y entonces el patrón tenga que saltar al agua y apoyarse en el bastón de mando que ya no le servirá de nada.

1 comentario:

Ajovin dijo...

La actual generación debe asumir que el despido es algo normal. Simplemente normal. Es duro, sin duda. Es malo pues resta motivación. También sin duda. Pero son los tiempos.
Mi padre cada año buscaba terratenientes distintos que le dieran trabajo para segar cereal en los campos en diferentes pueblos.
Hoy casi es así.
Es muy duro, pero es inevitable.