martes, 5 de octubre de 2010

El dichoso mantón


Como decía ayer mismo, Zaragoza ya se está preparando para sus fiestas mayores.
Y aunque se preveen llenas de lluvias, hay que ir sacando el traje para el día grande.

La verdad es que en mi caso, el traje no es ni de gala ni de campesina, es una mezcla de todo, es un poco de cada cosa, pero para mí tiene su encanto. Los puristas de los trajes dirían que no es correcto por algunas cosas pero si he de ser sincera me da igual.

La falda, azul y gris es de fabricación casera, pues estas cosas como las hace una madre no las hace nadie. Es larga hasta los pies y pesa unos 4 kilos.
La camisa este año, como no hay de mi talla en ninguna tienda, ha sido reemplazada por una camiseta negra que a penas se va a ver pues lleva encima el mantón, que tiene ya quince años pero está muy bien conservado.

El mantón es enorme y voy arrastrándolo por la calle, yo que mido casi 1,80.
Pero para ponérselo bien hay que tener experiencia, y paciencia.estos días lo tengo en casa, para practicar y no pedirle el favor a mi madre que la mujer se me levanta a las 7 de mañana para engarzar las agujas.

Es un lio hacer coincidir las flores de todos los colores, que la cosa quede simétrica como si fuera aquello un cuadro, o me queda muy alto o muy bajo, o no me queda centrado, y ya si entre medias me clavo un alfiler la cosa ya pasa a mayores.

Es un rito de cada doce de octubre desde hace bastantes años, pero tengo que aprender yo solita con estas cosas porque es algo que sólo hago yo en la familia y a veces para los demás es un incordio más que una tradición.

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