martes, 20 de abril de 2010

Ser hiija, novia, secretaria y otros oficios.

Cuando te conviertes en ama de casa y llevas una vida aparte de la de la familia, tienes una preocupaciones que hasta entonces solo notabas cuando tu madre decía que este era un trabajo mal pagado, y que tiene muchas complicaciones.

Hoy tengo un día de esos en los que todo se te come por cualquier parte, papeles, recibos, facturas, la comida, la colada, el lavaplatos, pasar el aspirador, y limpiar el wc.

Las amas de casa somos secretarias, con vocación de mujer fregona, pues tan pronto te archivamos todos los papeles que los hombres desconocen donde están, como te planchamos las camisas o te hacemos una tortilla de patatas que nos comemos en dos patadas.

Si a eso le añadimos que nos preocupamos de los problemas de todos, es decir, de los de tus padres, de los de la suegra, de los de una misma... y cuando crees que lo tienes todo en orden te llama el hombre paciente, es decir el que te aguanta y te dice que se ha puesto malo y no sabe que le pasa. Pues otro asunto más que resolver.

Si tuviera un pequeñajo por casa corriendo o pidiendo un cambio de pañales o un biberón, ya me habría vuelto majara hace tiempo.

Las amas de casa no estamos valoradas, ni se nos puede analizar por dentro porque a saber que saldría, una mezcla rara que pocos hombres saben entender.

Estoy encantada se ser hija, novia, secretaria, mujer de la limpieza, cocinera, nuera, hermana, amiga, psicólogo y sobretodo persona. ¿no se nota?

1 comentario:

Ajovin dijo...

Algún día los maridos que hemos tenido la suerte de tener en casa a una esposa que hace los trabajos del hogar, deberíamos salir en su defensa con toda la fuerza de la voz del mundo.
Es calidad de vida, sobre todo en tiempos tan crudos.
Nos han engañado e incluso creo que han engañado tambien a las mujeres. suena fatal, suena a machismo puro, puedo asegurar que no es así, que simplemente hay que elegir tipo de trabajo, y creo que nada hay más maravilloso que tener de JEFE a la persona que más quieres en la vida.
Si no quiers a tu esposo, efectivamente, es más duro el hogar que soportar el trabajo.
Y si nos han engañado con hipotecas, también.