viernes, 2 de abril de 2010

A través de los orificios de mi capirote



Siempre lo penúltimo que haces antes de salir procesionando, es ponerte el capirote o el tercerol, y por último te bajas la tela que cubrirá tu rostro, reduciendo tu campo de visión al de los orificios del capirote o tercerol.

Ves un extenso y nutrido público, compuesto por familiares, amigos, vecinos del barrio dónde salimos, y de calles adyacentes, compañeros de trabajo, “hermanos” que no han podido salir, “hermanos” de otras cofradías, antiguos compañeros de trabajo y hasta algún jefe, pero todos nos apoyan durante todo el recorrido.

A través de los orificios de mi capirote, veo a los niños pequeños, acompañados por sus padres, o abuelos, con tambores o bombos de juguete golpeando al unísono de las marchas.

* Parejas que dentro de un futuro cercano van a ampliar la familia.

* Otras, con su pequeño retoño en su carrito.

* Turistas y gente de otras culturas que habitan en nuestra ciudad.

* Padres que empujan la silla de ruedas de sus padres.

* Niños y algunos mayores, que se tapan los oídos al golpe de bombos, tambores…

* Personas que hablan por el móvil y les oyes decir que están viendo la procesión y que no te oigo por el ruido de los tambores.

* Cámaras de fotos digitales, algunas colgadas al cuello con objetivos, y otras sobre un trípode, lucen un punto rojo antes de que el flash aparezca, cámaras de vídeo que no pierden detalle, móviles con cámara grabando vídeo o sacando fotos.

* Otras personas matan la espera fumando, comiendo pipas, cacahuetes, maíz, o mezcla de frutos secos, beben agua o refrescos, o simplemente se dedican a conversar.

* También ves como recorre alguna lágrima el rostro, y los dedos secándolas.

* Veo las ojeras del cetro que pasa por mi lado y nos pregunta si vamos bien, también veo la raya negra en el ojo de la cetro que momentos más tarde pasa rápida por mi lado, veo el brazo en alto que indica el final de la marcha, que antes han marcado las “heráldicas”, y las gafas que intentan salir por los orificios del capirote del hermano que llevo a mi lado.

* Ves el final de una calle y el comienzo de la siguiente, el tráfico cortado y el agente de policía local en el tramo cortado.

* Ves como la tarde da paso a la noche, ves como la luz de las farolas nos iluminan.

* Se ven pasar los minutos y las horas de los relojes que indican la temperatura, que también la ves bajar algún grado.

* También veo los ojos color miel de la mujer a la que quiero, y con un simple gesto le indico que aun voy bien.

Termino, cuatro horas después de salir de la iglesia, con las manos hinchadas y los pies cansados. Me encuentro con aquella que me espera, y me fundo en un abrazo con ella.

Termino otro año más, emocionado, esperando que dentro de 365 días pueda ver las mismas cosas a través de mi capirote.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué entrada tan bonita, Jes!

Me ha gustado mucho... especialmente "También veo los ojos color miel de la mujer a la que quiero, y con un simple gesto le indico que aun voy bien".

Un beso,

N.

Arual, un abrazo muy grande para ti ;)

Anónimo dijo...

Muy bonito y emocionante lo que cuentas. Tiene que ser un poco difícil ver por esos agujeros. Mercedes

Ajovin dijo...

Muy buena entrada, hay ganas de escribir pero a la vez, un buen poso de escritor que no escribe.
Me ha gustado pero sobre todo creo que hay un buen fondo de persona que sabe relatar, que sabe contar historias.
Sigue así, sacando los sentimientos con palabras; casi siempre es maravilloso.
Y no te preocupes de los que te leen. Somos los de menos. Lo importante es gozar escribiendo. disfrutar dando forma a los pensamientos.